Quevedo:
Muérete ya, porque si sigues respirando, dejarás sin aire al mundo.
Góngora:
Échate un cubo de agua a la cabeza, o si no acabarás prendiendo el pueblo
entero.
Quevedo:
Me acuerdo de aquel dichoso día en el que tragabas el dulce aroma del fracaso,
te eché de tu casa y no pudiste hacer nada.
Góngora:
Yo también me acuerdo de ese dichoso día, pero no es como tú lo creéis, lo pasé con una bella dama a la que odiaba..
Quevedo:
En tus sueños, pues no te quiere ni la rata más asquerosa de este miserable
mundo.
Góngora:
Si nos pusiéramos a contar ratas nos faltaría tiempo pues tú eres una de sus más
feas reinas.
Quevedo:
Aléjate de mí, pues eres el portador de la peste, y mereces que te cuelguen
Góngora:
No me hagas reír pues si yo muriese, perderías toda la fama.
Quevedo:
Déjame en paz de una vez, que tengo que ganarme la vida, escribiendo para mi
gente, y no para los ricachones tuyos que me leen más a mí que a ti
Góngora:
Cómo osas decir semejante estupidez cuando yo tengo más fans que tú, irremediablemente.